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Para aquellos a quienes no les suene, el EMDR (Acrónimo de Desensibilización y Reprocesamiento por Movimientos Oculares, en inglés) es un tipo de terapia especialmente útil para tratar problemas derivados de experiencias traumáticas. Se trata de un abordaje empleado para trabajar con traumas tanto puntuales como continuados que hayan sucedido en la vida de la persona, y que estén acarreando, en el presente, algún tipo de sintomatología (pensamientos intrusivos, angustia, bloqueos…) Utilizando un tipo de estimulación sensorial (visual, auditiva o táctil) mientras se recuperan ciertos aspectos de las experiencias traumáticas, el psicólogo ayuda a reprocesar la información, y facilitar la desensibilización de la misma para que deje de molestar y causar problemas.

Se trata de un método que actualmente está en auge. Es una auténtica moda, pero no solo por el marketing que lo rodea, sino porque realmente, se está convirtiendo en un tipo de tratamiento verdaderamente potente para el trabajo con problemas derivados de experiencias traumáticas. Aquellos psicólogos que lo descubrimos, en su mayoría, tendemos a utilizarlo. Y sin duda, esto se debe a que su eficacia queda demostrada, no solo por la práctica clínica diaria y lo que observamos en nuestras consultas, si no también, por las investigaciones.

No obstante, y pese a esto, aún existen profesionales del ámbito clínico que se refieren a ella como algo en lo que creer o no. Que lo equiparan a terapias alternativas o esotéricas, y que lo desprecian sistemáticamente ¿Qué sucede para que este debate tan absurdo se esté dando? ¿Por qué un tratamiento avalado científicamente y realmente potente en la práctica clínica suscita tanta desconfianza y mala prensa? Como parte integrante del grupo de psicólogos que lo defienden, propongo algunas preguntas a modo de reflexión, basándome en lo que observo y escucho en torno a este asunto.

  1. ¿Estamos pretendiendo equiparar la eficacia de la técnica con el modelo que lo sustenta? Sabemos que la técnica funciona. Ha sido avalada como tratamiento basado en la evidencia (algo que muchos profesionales no conocen) Ahora bien, se han desarrollado numerosas hipótesis y teorías explicativas del porqué, que se están poniendo en estudio y siendo objeto de investigación, sin que existan aún resultados únicos concluyentes. Por lo tanto, ¿por qué nos empeñamos en explicar el mecanismo por el cuál funciona como si lo tuviéramos tan claro, haciéndolo a veces de una manera incluso burda y poco seria? ¿nos empeñamos en explicar tan fervientemente  el mecanismo neurofisiológico subyacente a otras técnicas como la desensibilización sistemática o la reestructuración cognitiva o incluso, la propia conversación dada en contexto psicoterapéutico? Es requisito indispensable, (y práctica de la gran mayoría de profesionales expertos en la técnica) ser transparentes, lo cual implica explicar al paciente y al resto de profesionales que el mecanismo exacto aún no se conoce, aunque existen hipótesis bien fundamentadas sobre ello. No obstante, por experiencia veo y leo que en función del profesional, explicamos cosas bien distintas, con niveles diferenciales de rotundidad y de conocimiento científico al respecto, lo cual sin duda, resta coherencia al asunto.
  1. ¿Nos negamos a asumir que en ocasiones, y para que la ciencia avance, algunas cosas deben encontrarse en estudio y en proceso de ser validadas? La psicoterapia evoluciona en diferentes direcciones, gracias a que numerosos profesionales clínicos que ven pacientes diariamente, crean hipótesis sobre el funcionamiento de la mente humana basándose en su intuición y su experiencia clínica, y desarrollan teorías que pueden estar siendo grandes aportaciones científicas al conocimiento real de nuestra psicología. Algunos de ellos, han creado escuela, pasando sin duda por lo que supongo que fue un periodo de exposición a la crítica y empeño en validación empírica de sus ideas. ¿Antes de que ciertos métodos se considerasen serios o se validasen científicamente, no fueron cuestionados y sometidos a una fase de incredulidad por el resto de colegas? Y mientras esto ocurre, ¿no es necesario generar el número suficiente de tratamientos reales como para investigarlos, contrastarlos y determinar su eficacia? En realidad, el EMDR ya ha superado esta fase, como decía antes, ha sido reconocida como terapia basada en la evidencia hace pocos años. No obstante, aún es posible que se sigamos en ese periodo de crítica e intento de refutación, normal, y de hecho, necesario. Sería bueno que todos, los que lo apoyamos y los que no, al menos pudiéramos entenderlo así.
  2. ¿Se imparte la formación en EMDR desde las universidades, de forma tan abierta como se imparten las técnicas cognitivo conductuales u otras corrientes? ¿Conocen los profesores de psicología clínica universitarios esta técnica e instruyen a sus alumnos para que aprendan a utilizarla? Tristemente, sé que la respuesta es que, de forma generalizada, no. Más bien, se ha limitado la formación y el conocimiento al ámbito privado, asociándolo a un método con copyright que no puede ser difundido por miembros externos a ciertas organizaciones. Y yo me pregunto, ¿las técnicas psicológicas pueden tener derechos de autor? ¿Qué justifica que se impartan todas las demás técnicas y esta quede restringida?
  3. ¿Por qué nos empeñamos en hacer marketing de tratamientos de una manera tan voraz? ¿Los psicólogos nos parecemos cada vez más a las grandes farmacéuticas que están tan interesadas en vender ciertos productos por encima de quien sea? Desde esta posición radical y sin duda, poco veraz (la psicoterapia es un compendio de numerosas teorías y técnicas, y pocas se han demostrado claramente superiores a las demás) es normal suscitar tanto desprecio y vernos sometidos al escrutinio de quienes siguen otros modelos. Además, la necesidad de sobrevivir como negocios (dada la escasa cobertura para salud mental en la sanidad pública) hace que también, debamos vendernos como mejores que otros. Y por eso, quien “descubre” un método maravilloso, deja de utilizar los demás. Estamos demasiado acostumbrados a las etiquetas teóricas. Yo soy “tal” o “cual”. Si lo hacen quienes aprenden, ¿cómo no lo iban a hacer quienes lo enseñan? ¿Alguien se imagina al creador de la terapia maravillosa X, trabajando con sus pacientes con el método asombroso Y? Si así es, seguramente no lo difundan orgullosos.

La psicoterapia es una ciencia compleja, ya que a diferencia de otras ciencias médicas, realizamos intervenciones basadas exclusivamente en la relación entre dos personas y los procesos psicológicos implicados en dicha relación (como el lenguaje, la atención, la memoria) Se desarrollan numerosas técnicas y tratamientos, y es importante ir conociendo (y difundiendo) los descubrimientos realizados en cuanto a su eficacia. Creo que todos, unos y otros, debemos estar al día, informados y bien instruidos, sobre las diferentes opciones que existen, incluyendo aquellas que no dominemos.

Y por supuesto, no debemos olvidar que para validar algo, debemos partir de la hipótesis de que no funciona, y desde ahí, tratar de demostrarlo. Newton trataba de encontrar una manzana que no cayera, lo contrario sería hacerse el loco y creer que la teoría de la gravedad es fuerte solo por haber visto caer dos o tres manzanas…. Los profesionales que usemos EMDR debemos estar dispuestos a encontrar la debilidad en la teoría para seguir investigando, porque de esa manera, haremos más fuerte la técnica y por ende, el conocimiento científico de la mente humana.

Escrito por Nerea Bárez (psicóloga)